Las escritoras que ha dado México
han creado obras irrepetibles y magníficas. Nuestra sociedad no lo ha sabido
reconocer y por ello muchas de ellas siguen sin ser estudiadas ni incluidas en la
doctrina académica. Vicens persiste a través de su obra El libro vacío donde
su voz literaria resultó masculina, pero su escritura rompe paradigmas y eso la
coloca dentro de la escritura feminista.
Su apariencia era, según cuentan sus
biógrafos, masculina y rompía paradigmas dado que en la época en que le tocó
vivir no era bien visto que una mujer vistiera como ella lo hacía: sacos holgados,
camisas, pantalón y sus entrañables amigos: un cigarro y una buena botella de
tequila.
Dicen que comía más libros que
comida, alimentaba más su mente que su cuerpo, quizá porque ella tampoco era de
este mundo, como Pizarnik o como tantas escritoras que confiesan no sentirse cómodas
en esta vida y es que cómo podrían sentirse cómodas si vivimos en una sociedad
que le aplaude más a los sin talento que a la gente que verdaderamente
aporta algo a la sociedad, a la academia, a las mujeres, a los derechos, a la
vida misma. Las comprendo con el alma.
Se especula que su imagen
masculina era a propósito para sobrevivir en un mundo de hombres, estoy segura
de que Vicens solo tuvo el valor de mostrar su verdadero yo a pesar de las críticas.
Se atrevió a romper estereotipos. Sus biógrafos declaran que tuvo una relación
sentimental con la actriz de cine de la época de oro del cine mexicano, Anita Blanch.
Vicens fue la primera mujer en ganar
el Villaurrutia en 1958 gracias a El libro vacío. Incursionó en las
crónicas taurinas, pero como era consciente que ningún lector les daría crédito
a sus escritos por provenir de una pluma femenina, adoptó seudónimos masculinos
como Pepe Falores y Diógenes García y eso sí creo que lo haya
hecho por sobrevivencia dentro de la literatura. Aun en el siglo XXI la gente confía
más en la pluma masculina que en la femenina.
El libro vacío y Los años
falsos, sus únicas novelas publicadas, son protagonizadas por personajes
masculinos. Es en Los años falsos donde
Vicens cuestiona al patriarcado con las obligaciones impuestas a los varones, a
través de la historia de José García y sus obligaciones como hombre y cabeza de
un hogar donde tiene que hacerse cargo de su esposa, madre y hermanas. Mientras
ellas viven despreocupadamente esperando solo las órdenes de él. Es donde su
escritura feminista se hace notar: mujeres que no trabajan y son mantenidas por el
hombre y el hombre sobre el que recaen todas las obligaciones económicas.
Y es que atendiendo al propósito inicial
y general del feminismo que es derrocar el sistema patriarcal, Vicens expone
una sociedad entregada a los estereotipos y roles de género. Qué pasaría si en
lugar de cargar todas las obligaciones sobre Luis Alfonso, todas las mujeres hubieran
aportado un poco para, primero crecer profesional y económicamente y segundo,
tener una vida equitativa en derechos y obligaciones. Por ello, las letras de
Vicens son violetas, impulsan la vida laboral y los derechos de las mujeres.
Hoy podemos encontrar sus obras
editadas por el Fondo de Cultura Económica y leerlas con las gafas violetas para
entender la realidad e ideología de esta gran escritora adelantada a su época.
Vicens es una pionera en las letras mexicanas que guía el camino de otras escritoras
con su amado cigarro y su inseparable tequila. ¡Salud por ella!
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