Las calles de
la CDMX
Si quieres
caminar por las calles de la gran metrópoli mexicana
atento deberás
estar para oír lo que te quieren contar.
Son calles ansiosas
por entablar conversación… ¿Escuchas?
Entonan poemas
épicos para dignificarse y evadir el olvido.
Las calles hablan
para los espíritus sensibles.
¿Se te eriza la
piel? es porque el viento cuenta las epopeyas de la ciudad.
El sol protege
los misterios y las nubes contienen sus llantos
¡No las
ignores! En su historia encontrarás la tuya.
Las calles
ríen, lloran, se enojan, se enternecen, escuchan, debaten;
son sabias y musitan
respuestas a los enigmas del alma.
Han atestiguado
grandes pasiones, así como fuertes decepciones.
Su piel de
asfalto ha sentido la sangre caliente del asesinado y
también los
primeros pasos tambaleantes del infante.
¡Recórrelas
descalzo, desnúdate del prejuicio!
Llevan grabada
la mirada del cielo y la de los edificios inteligentes,
conocen la
melodía de las aves y el claxon de los autos
conjugan la
riqueza con la pobreza y la justicia con la injusticia.
Si quieres
caminar por estas calles,
discreto serás
por los secretos que te revelarán.
Si quieres
caminar por estas calles, ¡Ten cuidado!
Pronto podrías fundirte
en ellas…
El realismo
mágico
C O N V O C A
A finas plumas
y mentes prodigiosas.
Espíritus
sensibles y oídos elevados
¡Mezclas
oníricas y voces sintéticas!
Elevadas
filosofías y eternas poesías.
I N V I T A
A paisajes,
rocas, lagos, montañas,
al traje, a la
falda, a la blusa y al calzón,
incluso al
féretro, a la pelota y al comal
a que cuenten
su historia y nos hagan reír o llorar.
S E D U C E
A pasiones
mágicas y tintas cósmicas,
conduciéndolas
a otros mundos, a otras miradas, a otras vidas.
Género fusionado
en la emoción, el tiempo y la razón.
nos invita a
ser leído, escuchado y vivido.
Av. Reforma y el sol de otoño
Recorro
Reforma desde el metro Hidalgo para llegar a la Zona Rosa. La iglesia de San
Hipólito me mira caminar, sin ti, sobre el asfalto que engalana la avenida. Quizá
ella recuerda cuando juntas caminábamos y la mirábamos y nos persignábamos por
el Santo que la habita. Hoy, la iglesia se limita a guiñarme un ojo como
dándome ánimos para superar tu partida.
La
avenida Reforma, ícono en el turismo de la ciudad de México, recibe extranjeros
que anhelan recorrerla y conocer el Ángel de la Independencia, la fuente de la
Diana Cazadora, adentrarse a la zona rosa y admirar los edificios vanguardistas
de las empresas trasnacionales que se han adueñado de nuestro ecosistema.
Los
dorados y débiles rayos del sol me calientan la espalda como si de una suave caricia
se tratara. Quizá lo hacen porque me miran encorvada y triste. En cada paso
recuerdo tu compañía, tu mano sujetando la mía; mis pasos, siguiendo los tuyos.
Caminábamos sobre la estruendosa avenida y a pesar del montón de gente que la
transitaba, tú y yo nos sentíamos únicas.
El
viento trae consigo tu aroma y me lo restriega en la nariz, riéndose de que
ahora no eres más que un fantasma jodiéndome la vida, el viento es burlón. Él
sabe cuánto te quise y en lugar de apiadarse de mi desdicha, se divierte
alborotando mi cabello.
Acaricio
la majestuosa avenida reforma con tu recuerdo y tus caricias aparecen.
Pareciera que el sol refleja tu figura en el piso, pero no es más que la sombra
de algún árbol cuyas hojas se ríen porque dicen que exagero, que mi nostalgia
será pasajera.
Ahora
soy parte de la avenida Reforma que, curiosa, mira a los transeúntes… miramos a
los transeúntes, platicamos, reímos, murmuramos, escuchamos y nos tomamos de
las manos.
Me
he fusionado con la avenida Reforma y juntas vemos pasar el sol, el aire, el
tiempo e ingenuamente esperamos tu regreso y cuando lo hagas, me reiré de ti al
ver que no me reconoces porque yazgo fundida en el asfalto.
La
voz del hartazgo
Clama
justicia por sus desaparecidas, ¡grita de horror por sus fosas clandestinas!
Pide
compasión para las niñas y mujeres que a diario asesinan,
suplica
paz para la misógina guerra que nace desde sus entrañas.
Madres
buscadoras con el alma agonizante escarban la tierra.
Ofrece
una efímera paz a los dolientes, no existe consuelo ante tal desgracia,
con
sus rutinarios movimientos sociales; ellas no recuperarán a sus hijas.
El
hartazgo las fortalece para exigir justicia y buscar por un día más.
La
tierra misma las fortalece para clavar la pala en ella y seguir.
¿Por
qué se las llevaron? Eternamente las seguiremos esperando.
Enfermedades
sociales como la indiferencia envuelven a cada desaparecida
Y
la exclusión violenta a las familias obligándolas a migrar
Llega
entonces la soledad, para recordarles que en México nadie las ayudará.
¡Qué
retumbe la voz de hartazgo!
¡Exigimos
un alto a las desapariciones, a los feminicidios, a la cosificación!
Que
ellas vuelvan, es nuestra lucha, nuestro anhelo…
¡Que
no se las lleven exigimos con autoridad!
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