Homenaje a Juan Galván Paulin

 




Las calles de la CDMX

 

Si quieres caminar por las calles de la gran metrópoli mexicana

atento deberás estar para oír lo que te quieren contar.

Son calles ansiosas por entablar conversación… ¿Escuchas?

Entonan poemas épicos para dignificarse y evadir el olvido.

Las calles hablan para los espíritus sensibles.

¿Se te eriza la piel? es porque el viento cuenta las epopeyas de la ciudad.

El sol protege los misterios y las nubes contienen sus llantos

¡No las ignores! En su historia encontrarás la tuya.

Las calles ríen, lloran, se enojan, se enternecen, escuchan, debaten;

son sabias y musitan respuestas a los enigmas del alma.

Han atestiguado grandes pasiones, así como fuertes decepciones.

Su piel de asfalto ha sentido la sangre caliente del asesinado y

también los primeros pasos tambaleantes del infante.

¡Recórrelas descalzo, desnúdate del prejuicio!

Llevan grabada la mirada del cielo y la de los edificios inteligentes,

conocen la melodía de las aves y el claxon de los autos

conjugan la riqueza con la pobreza y la justicia con la injusticia.

Si quieres caminar por estas calles,

discreto serás por los secretos que te revelarán.

Si quieres caminar por estas calles, ¡Ten cuidado!

Pronto podrías fundirte en ellas…

 

El realismo mágico

 

C O N V O C A

 

A finas plumas y mentes prodigiosas.

Espíritus sensibles y oídos elevados

¡Mezclas oníricas y voces sintéticas!

Elevadas filosofías y eternas poesías.

 

I N V I T A

 

A paisajes, rocas, lagos, montañas,

al traje, a la falda, a la blusa y al calzón,

incluso al féretro, a la pelota y al comal

a que cuenten su historia y nos hagan reír o llorar.

 

S E D U C E

 

A pasiones mágicas y tintas cósmicas,

conduciéndolas a otros mundos, a otras miradas, a otras vidas.

Género fusionado en la emoción, el tiempo y la razón.

nos invita a ser leído, escuchado y vivido.

 

 

Av. Reforma y el sol de otoño

 

Recorro Reforma desde el metro Hidalgo para llegar a la Zona Rosa. La iglesia de San Hipólito me mira caminar, sin ti, sobre el asfalto que engalana la avenida. Quizá ella recuerda cuando juntas caminábamos y la mirábamos y nos persignábamos por el Santo que la habita. Hoy, la iglesia se limita a guiñarme un ojo como dándome ánimos para superar tu partida.

La avenida Reforma, ícono en el turismo de la ciudad de México, recibe extranjeros que anhelan recorrerla y conocer el Ángel de la Independencia, la fuente de la Diana Cazadora, adentrarse a la zona rosa y admirar los edificios vanguardistas de las empresas trasnacionales que se han adueñado de nuestro ecosistema.

Los dorados y débiles rayos del sol me calientan la espalda como si de una suave caricia se tratara. Quizá lo hacen porque me miran encorvada y triste. En cada paso recuerdo tu compañía, tu mano sujetando la mía; mis pasos, siguiendo los tuyos. Caminábamos sobre la estruendosa avenida y a pesar del montón de gente que la transitaba, tú y yo nos sentíamos únicas.

El viento trae consigo tu aroma y me lo restriega en la nariz, riéndose de que ahora no eres más que un fantasma jodiéndome la vida, el viento es burlón. Él sabe cuánto te quise y en lugar de apiadarse de mi desdicha, se divierte alborotando mi cabello.

Acaricio la majestuosa avenida reforma con tu recuerdo y tus caricias aparecen. Pareciera que el sol refleja tu figura en el piso, pero no es más que la sombra de algún árbol cuyas hojas se ríen porque dicen que exagero, que mi nostalgia será pasajera.

Ahora soy parte de la avenida Reforma que, curiosa, mira a los transeúntes… miramos a los transeúntes, platicamos, reímos, murmuramos, escuchamos y nos tomamos de las manos.

Me he fusionado con la avenida Reforma y juntas vemos pasar el sol, el aire, el tiempo e ingenuamente esperamos tu regreso y cuando lo hagas, me reiré de ti al ver que no me reconoces porque yazgo fundida en el asfalto.


La voz del hartazgo

 

Clama justicia por sus desaparecidas, ¡grita de horror por sus fosas clandestinas!

Pide compasión para las niñas y mujeres que a diario asesinan,

suplica paz para la misógina guerra que nace desde sus entrañas.

Madres buscadoras con el alma agonizante escarban la tierra.

 

Ofrece una efímera paz a los dolientes, no existe consuelo ante tal desgracia,

con sus rutinarios movimientos sociales; ellas no recuperarán a sus hijas.

El hartazgo las fortalece para exigir justicia y buscar por un día más.

La tierra misma las fortalece para clavar la pala en ella y seguir.

 

¿Por qué se las llevaron? Eternamente las seguiremos esperando.

Enfermedades sociales como la indiferencia envuelven a cada desaparecida

Y la exclusión violenta a las familias obligándolas a migrar

Llega entonces la soledad, para recordarles que en México nadie las ayudará.

 

¡Qué retumbe la voz de hartazgo!

¡Exigimos un alto a las desapariciones, a los feminicidios, a la cosificación!

Que ellas vuelvan, es nuestra lucha, nuestro anhelo…

¡Que no se las lleven exigimos con autoridad!

 

 

 


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