Hay varias posturas que hacen
temblar las piernitas del sistema patriarcal, hoy quiero hablarte de una en
particular que está creciendo y que merece atención y soporte.
Dice Simone de Beauvoir que la
figura estereotipada y masculinizada de la lesbiana ha venido a invisibilizarla
y a considerarla como “marimacho”. Ha sido una figura envuelta en el
misterio y esto la ha llevado a ser sujeto de muchas teorías. Líneas más
adelante Simone reconoce que hay muchas lesbianas entre las odaliscas,
cortesanas y mujeres deliberadamente femeninas [1].
No estoy hablando de la comunidad
LGBTTTI, porque dentro de ella, las lesbianas constituyen un segmento
poblacional desfavorecido y aún mas invisibilizado que los demás. Si consideramos
que las mujeres sufrimos discriminación por el solo hecho de ser mujeres, esta se
potencializa si las características que disgustan al patriarcado aumentan. Por
ejemplo: si se es mujer más indígena más obesa más negra más lesbiana,
etcétera. La discriminación aumenta y esta es la base para el desarrollo de todo
tipo de violencias.
Dentro del feminismo existe una heteronorma
que las feministas siguen estudiando, pero ¿qué pasa con la existencia
lesbiana? Tenemos que cuestionar la heteronormatividad para comprender que las
lesbianas incomodan tanto al patriarcado que por ello son atacadas e ignoradas.
El feminismo decolonial nos permite
exponer el cuestionamiento de la heteronorma, así como la división del trabajo
que nos posiciona a nosotras en desventaja a diferencia de los hombres. “La
heterosexualidad como régimen político y económico hace que los hombres se sirvan
del cuerpo, de la vida, de la energía, del trabajo de las mujeres.” -Monique Wittig.
Y es que la existencia lesbiana amenaza
al patriarcado porque las mujeres cuya condición de resistencia las ha llevado
a denominarse “lesbianas políticas” primero, han roto con la idea absurda de
que las mujeres estamos o tenemos que servir a los hombres. Han hecho trizas la
premisa de que las mujeres tienen que ser femeninas tan solo para agradarles a
ellos. Y es que sí, las mujeres tenemos que adoptar un estereotipo otorgado por
el patriarcado si queremos agradarles a ellos. De igual forma, la maternidad y
las tareas de crianza no son consideradas una obligación y, finalmente, la
energía es otorgada de mujer a mujer.
Con la existencia lesbiana, los
hombres no pueden servirse, de ninguna forma, de las mujeres. Lo que resulta lamentable dentro de dicha
existencia es que haya parejas de mujeres que reproduzcan o intenten reproducir
a las parejas conformadas por hombres y mujeres. Que haya indicios de machismo,
opresión y misoginia dentro de ellas. Aunque se trata de roles aprendidos por el
sistema opresor, lo ideal es deconstruir esa imagen y salir de lo impuesto para
crear relaciones libres entre amoras, mujeres, pares.
Lo antes catalogado como “desviación”
en la mujer lesbiana, es una rebelión intuitiva de las mujeres en contra del
patriarcado. Por otro lado, la existencia lesbiana constituye un
quebrantamiento al estereotipo impuesto de ser mujer. Dentro de este grupo de
mujeres, se sabe que para ser mujer solo basta que seas como quieras ser y no como
nos han obligado. Por ejemplo: no es necesaria la blusa super pegada para
resaltar los pechos, ni la minifalda para dejar ver las piernas. Tampoco será
necesario el excesivo maquillaje o el opulento peinado y mucho menos la actitud
pasiva y sumisa que tanto nos han marcado. Las mujeres expresan libremente su forma
de ser mujer.
“Todas somos lesbianas, pero
algunas no se han dado cuenta” -Jill Johnston. Autoras como ella,
manifiestan que a las mujeres se nos ha impuesto estar con hombres y
relacionarnos con ellos, dejando de lado la opción de amarnos entre mujeres. Premisas
de las marchas feministas de los años 70´s
rezaban: “Tú también puedes ser lesbiana”.
Para concluir, la existencia
lesbiana es una rebeldía en contra de lo impuesto, en contra de la opresión
física, sexual, intelectual, laboral, que vivimos las mujeres a lado de los
hombres. Nos han convencido de que nuestro destino debe ser a lado de un hombre
porque son ellos los que nos cuidan, nos protegen, nos proveen; dentro del
sistema somos débiles, cobardes, inútiles para mantenernos a nosotras mismas. Ahora,
tenemos la apertura a la lesbiandad para contribuir a la destrucción del patriarcado.
Los hombres homosexuales no
implican rebeldía al sistema, según la autora Karina Vergara Sánchez en su
tratado “Sin heterosexualidad obligatoria no hay capitalismo”, porque justo el
patriarcado es eso, amor y complicidad entre hombres[2].
Las lesbianas constituyen un
sector desfavorecido y atacado justo porque es muy importante para la destrucción
del patriarcado. Ser lesbiana es amar a otras mujeres incluso quizá más allá de
la práctica sexual. No porque no sea importante, dice “Menstruadora” Luisa Velázquez:
“…no es la practica genitocéntrica, sino es la practica amatoria y de
libertad de las mujeres por fuera del sistema capitalista y patriarcal”. Eso
es la lesbiandad.
[1] La
Lesbiana. Beauvoir, S. El segundo sexo. Penguin Random House. 2012.
[2]
Sin heterosexualidad obligatoria no hay capitalismo. Recuperado de: Sin
heterosexualidad obligatoria, no hay capitalismo. Por Karina Vergara Sánchez
(laquearde.org)
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