Los hombres
temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres, que ellos las maten.
— Margaret
Atwood
La violencia psicológica es una
de las más letales que existen para nosotras y, curiosamente, es la que mejor puede disfrazarse de chistes, bromas, malos entendidos y demás, para no hacerse
notar como violencia.
Este tipo de violencia tiene como
objetivo conducir a la depresión, el aislamiento, la devaluación de la autoestima y, en casos extremos, el suicidio.
La situación es cada vez más
difícil, ya que hay conductas misóginas que se viven en el día a día laboral,
escolar, religioso, familiar, social, que hemos naturalizado justificando dicha
conducta en la forma de ser del violentador.
El hombre que se la pasa haciendo
“bromas” sobre el cuerpo de una mujer que rompe con los estereotipos de belleza
patriarcales, resultan ser palabras llenas de crueldad que afectan de manera
impensable a la mujer en cuestión.
Los micromachismos suelen ser imperceptibles, pero causan
mucho daño, atentan contra nuestra autonomía y como ejemplo te mencionaré:
- 1. Bropiating: Práctica común en colegios e instituciones laborales. Consiste en hurtarle la idea de un proyecto a una mujer y presentarlo como propio. Al hacerlo se desestima por completo la capacidad profesional de la misma.
- 2. Ghosting: Práctica relacionada con la responsabilidad afectiva. Consiste en ignorar por completo a la otra persona, con quien se desarrollaba una relación amorosa o amistosa, sin motivo aparente.
- 3. Manterrupting: Consiste en la interrupción de un hombre hacia una mujer que da un discurso con la finalidad de anularla y que la atención sea fijada en él. Esto confirma que en el patriarcado lo que tenga que decir el hombre siempre será más importante que lo dicho por una mujer.
- 4. Mansplaining: Es aquella interrupción al discurso de una mujer, hecho por un hombre, con la intención de explicar lo que ella ha dicho. Sobresale la subestimación intelectual hacia la mujer.
Por supuesto que hay mujeres que
también violentan a otras mujeres o incluso a hombres con estos actos
misóginos, sin embargo, resulta más común que suceda de hombres hacia mujeres
que al revés.
Como dato curioso, la
caballerosidad también recae dentro del rubro de los micromachismos porque
minimiza a la mujer robándole autonomía. La hace parecer totalmente dependiente e incapaz de
realizar ciertas cosas hasta que él lo haga o lo permita. Como ejemplo,
sentarse a la mesa en algún restaurante: Ella se queda parada esperando a que él
elija la mesa y disponga la silla para que se siente, cuando es algo que ella
podría hacer por sí misma.
En el caso de que estas actitudes
sean un acuerdo de pareja y ambos se sientan satisfechos con su ejecución, no
hay problema, aunque cuestiono: ¿a qué mujer le gusta sentirse oprimida?
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