Hace unos días escuchaba la noticia de la posible creación de úteros artificiales: La empresa EctoLife pretende hacer criaderos de humanos donde, al año, se harían hasta treinta mil humanos. El proyecto apunta a una nueva maternidad y paternidad. Adiós a las náuseas durante el embarazo, a los antojos, a los dolores de parto y demás. Los progenitores podrían monitorear y hablarle al futuro bebé desde sus dispositivos móviles, por ello, la Inteligencia Artificial jugaría un papel muy importante. Podrán estar al pendiente de su bebé sin descuidar ninguna de sus actividades.
Esta noticia ha cimbrado a las
mentes, por un lado, la de los religiosos, quienes no repararon en considerarla
una aberración; y, por otro lado, la de los liberales, que se inclinan por
aplaudir el avance de la ciencia.
En la creación de los bebés EctoLife, los padres podrán elegir características físicas e intelectuales y
además, esos bebés, podrían ser genéticamente superiores a los actuales
humanos. Así, pretenden eliminar las
enfermedades genéticas y condicionar a cada embrión con los nutrientes
necesarios para su desarrollo. ¿Asombrado (a)?
Yo lo escuché hace unos días, pero lo leí hace unos años y hace poco hice una relectura de aquella posibilidad
científica. Por muy innovador que aparente todo este proceso, en 1932 fue dado
a conocerse en la novela: Un mundo feliz de Aldous Huxley. En aquel tiempo fue
catalogada como: novela de ciencia ficción, futurista. Hoy, ese futuro nos ha
alcanzado.
Al ser concebida, por el autor,
como una distopía y ambientada en un Londres donde la pobreza ha sido superada
y la comodidad e inmediatez son las mayores distinciones de la nueva sociedad,
bien podría considerarse esperanzadora o aterradora. Todo dependerá de la
perspectiva con que se aprecie la obra.
La novela se adentra, además, en
temas como el condicionamiento social, químico y bacteriológico, donde el
gobierno programa a todos los ciudadanos, desde que son bebés, a través de la
hipnopedia. Esto, próximamente, lo veremos materializado a través del proyecto de la empresa
EctoLife.
En la historia, existen cinco clases sociales que van
de la Alfa, como la más alta; Beta, Gamma, Delta y Épsilon, siendo esta última,
la más baja. Se distinguen por el físico, por las actividades laborales, por el
color de la ropa y por su comportamiento. El condicionamiento al que son
sometidos les permite vivir felizmente en la clase social a la que han sido
designados, sin anhelar escalar de clase. Ignorar que se vive mejor en la clase
superior, les permite vivir cómodamente en la propia. No se trata de
resignación, se trata de adaptación.
Bajo la ideología de “La
civilización es la esterilización” se introduce la idea de que la reproducción
vivípara no es necesaria. No pude evitar pensar en todos los jóvenes que
conozco y que han manifestado no querer ser padres/madres. Muchos de
ellos prefieren adoptar perritos o gatitos. Cada quién decide
sobre su reproducción solo me parece que la ideología mencionada empieza a
surtir efectos.
Actualmente, ya existe la Fertilizació
In Vitro, donde los padres también eligen las características físicas de los bebés, el sexo y pueden escoger, en el banco de esperma, las características intelectuales del padre.
En la novela los seres humanos son
totalmente libres, tanto que no cuentan con padre o madre, todos son educados/acondicionados
en las granjas. La familia y, por ende, los parentescos, no existen.
Otro tema interesante que se
presenta en la trama de Un mundo feliz es la poligamia. De hecho, las relaciones
monógamas y la exclusividad de la pareja son obsoletas. No existe el matrimonio
y las personas pueden tener encuentros sexuales con quien ellas deseen. En el mundo del 2023, existen
ya las relaciones integradas por tres o más personas y aquellas donde no hay
exclusividad sexual.
La juventud resalta en esta
novela, ya que, según el autor, las personas de sesenta años se miran como adolescentes y
no padecen las enfermedades propias de la vejez. Esto gracias a la ciencia y a las ideas introducidas a través de la hipnopedia. En nuestra sociedad existe una
sobrevaloración de la juventud, los
adultos se aferran por aparentar ser menores a su edad real, tanto que ha surgido la
generación de “chavorrucos”.
La idea de la existencia de Dios y
del alma es eliminada. El cristianismo es historia para los personajes de Un
mundo feliz por considerarlo opresor del ser humano. Actualmente, existe un
desencanto por esta ideología religiosa, otras creencias han empezado a introducirse en nuestra sociedad y están reemplazando, de a poco, a las religiones monoteístas.
Algo que me parece demasiado
puntual, además de curioso, es que en la
historia, se habla de que la ropa rota debe tirarse a la basura y comprar prendas nuevas.
Zurcirla es algo mal visto, una locura. Tal como lo marca el consumismo actual
con la moda rápida.
Los personajes de Huxley salen de
la rutina consumiendo soma, una
sustancia que les permite descansar el cuerpo y la mente, con ella aprecian las notas
musicales en colores: “la música de la radio era un laberinto de colores
sonoros”.
Lo esperanzador aquí es que, en
medio de este caótico universo, la palabra escrita sigue vigente, cumpliendo la
función de atravesarlo todo: “Las palabras pueden ser como los rayos X, si las
usas bien: lo atraviesan todo. Lees y te atraviesan”.
El control social se manifiesta de principio
a fin, más no es algo por lo que debamos alarmarnos, actualmente somos
controlados a través de la música, las películas, la religión, las redes sociales, los movimientos
político-sociales y demás. “Uno cree cosas porque ha sido condicionado a
creerlas. La gente cree en Dios porque ha sido condicionada a ello”.
La obra de Huxley es extraordinaria,
nos permite especular sobre si realmente él podría considerarse una mente
maravillosa que pudo proyectar el futuro increíble que nos presenta y que muchos de esos sucesos ya nos alcanzaron, o
bien, si pudo acceder, de alguna manera, a los misteriosos viajes en el tiempo.
Una de las tantas reflexiones, que nos regala las diversas lecturas que se le pueden hacer a esta novela, versa sobre en qué clase de sociedad y de seres humanos nos queremos convertir. La familia, como el origen de todos los males[1], es entendida y sustituida por los profesionales que acondicionan a las nuevas generaciones, entonces desaparecen los traumas porque no existen historias de abandonos paternos, ni de violencia intrafamiliar, tampoco de abuso sexual infantil porque los niños son aleccionados en juegos eróticos desde edades tempranas con sus pares.
No existe frustración por la no realización profesional, ya que, desde que
son embriones, están destinados a una tarea en específico. No hay decepciones
amorosas ni de ningún tipo, en realidad. Las situaciones amargas se arreglan
con unos gramos de soma.
La sociedad que Aldous propone en
su novela tiene beneficios y, claro, también cosas que podrían perjudicarnos, como
enloquecernos de manera tal que podríamos terminar, como el Salvaje inadaptado, en el suicidio…
[1] -Nuestro
Freud había sido el primero en revelar lo espantoso de la vida familiar. El
mundo estaba lleno de padres -por lo tanto, lleno de miseria-; lleno de madres
-por lo tanto, de todo tipo de perversión, desde el sadismo hasta la castidad-;
lleno de hermanos, hermanas, tíos, tías -por lo tanto, lleno de locura y
suicidio. (fragmento de la novela Un mundo feliz)
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