Zorro Vs. Zorra. Combatiendo el sexismo lingüístico.

 


Pretender cambiar nuestra realidad misógina debe iniciar desde nuestro lenguaje y el significado que, socialmente, le damos a las palabras. Dentro del sistema opresor patriarcal, existen palabras que bien se aplican a hombres y a mujeres, pero que no poseen el mismo significado. Si tú y yo deseamos hacer un cambio de sistema, es necesario que comencemos a eliminar ciertas palabras o, que las resignifiquemos.

La palabra “madre” la aplicamos en varias expresiones cotidianas, así como en distintos contextos. Por ejemplo, “Está hasta la madre” puede ser entendido como algún lugar muy lejos o bien, alguien que posee hartazgo sobre alguna situación;  “Ni madres” para decir que no; “Se partió la madre” para indicar algún accidente; “Chinga a tu madre” para decirle a alguien que en lugar de molestarlo a él, moleste a su madre; “Sabe a madres” para indicar que algo sabe feo… y así podría continuar hablando sobre el significado que, culturalmente le hemos dado a esta palabra.

La palabra “padre” en cambio, no tiene más significado que el propio, el señor que tiene hijos; de ahí deriva “está bien padre” indicando que algo es maravilloso.

¿Notas la diferencia? ¿Por qué crees que sea más sencillo jugar con la palabra madre que con padre? ¡Pues claro, por el sistema patriarcal! Mira que ridículo suena esto: ¡Se dio en el padre! ¡Va hecho el padre! ¡Chinga a tu padre! … Y esto es ridículo solo por el contexto socio patriarcal en el que nos desenvolvemos. El padre = el hombre de familia que merece respeto. La madre = la mujer del señor hombre de familia y de quien sí se puede hacer mofa lingüística.

 No es la única palabra:


En el lenguaje se gesta nuestra realidad. Por ello, esta es una invitación que te hago para comenzar a cambiar nuestro entorno social. Obviamente, no son las únicas palabras, en México se usan varias a las cuales se les otorga un significado si se trata de hombre y otro, cuando se trata de una mujer.

Quiero añadir que esta manera de emplear el lenguaje nos coloca en una posición de subordinación en las relaciones de poder. La mayoría del uso de esas palabras posee un significado peyorativo para las mujeres que atañe a nuestra vida sexual. Aún luchamos para que la sociedad machista entienda que nosotras también gozamos de libertad en cuanto a nuestra vida sexual y ello no nos hace merecedoras de palabras despectivas.

Reitero que, para poseer una deconstrucción genuina, me parece vital hacer un cambio de nuestras expresiones coloquiales y sobre todo, no confabular con una persona misógina cuando las haga, porque tan culpable es el que mata la vaca como el que le agarra la pata.  


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