Pizarnik: poesía de imágenes surrealistas con notas de pesadilla. 2/2


Ella
el mito de Argentina.
La poeta suicida,
la leyenda…
O simplemente, Alejandra.

 

Comenzar la lectura de una autora o autor, es iniciar una plática con ellos. Al menos así lo vivo con la poesía de Pizarnik. Entre los espacios de sus versos, donde ella pausa para dar una bocanada a su cigarro, dosifica la historia de su anacrónica vida.

Gota a gota, me va contando su enjaulada infancia y de los pájaros que habitaban su bosque musical y de todas las criaturas ávidas de su silencio.  Su obra poética es una ofrenda a las noches que, se esfuma al alba. Noches abiertas, noches presencias. Ella me cuenta que en la orilla de la noche el amor es posible, y yo le creo.

La lectura a su obra se hace de forma personal. Dialogar con ella para que a cada lector le cuente secretos distintos que han de conjuntar su esencia, su leyenda.

Expresa el odio a mirar al interior de los cantos porque, justifica, en el fondo hay una reina muerta. Así como la añoranza de una infancia ajena, extraña, triste. Sus poemas no son luminosos, al contrario, nos dirigen al lúgubre abismo de la muerte, de su muerte, de su suicidio.

En 1972 su alma le dictó:

“Hiciste bien en morir,
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo”.

Ese verso dedicado a Janis Joplin, estrella de rock and roll e ícono hippie, eriza la piel al comprender que Pizarnik estuvo de acuerdo con su suicidio; ella ya maquinaba el suyo, que sería consumado dos años después del de Janis y entonces, le sedujo su historia y le dedico un poema.  Como muchos otros le dedicó a la muerte, ese suceso que tanto hace temer, a ella le fascinaba y le intrigaba, por ello lo exploró como solo ella pudo haberlo hecho.

Sus textos representan un pilar de estudio para todas aquellas personas que desean aprender a escribir poemas conectando con su mayor seducción; o bien, para aquellos que únicamente buscan tomarse un café y platicar con ella.

“No poder más vivir sin saber qué vive en lugar mío
escribir para herirme
 la vida toma formas tan extrañas”

Su meta era llegar hasta el fondo. 

Lo ha logrado. Hoy, Pizarnik vive en el fondo de la noche enlutada de nuestros corazones.





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