El almohadón de plumas. Icónico pero misógino.

 

Una mirada feminista a los cuentos icónicos. 

Quiroga nació en el siglo XIX, quizá por ello el margen de sus historias es el machismo; el estereotipo del hombre que no muestra sus sentimientos porque eso es para las mujeres. Una cosa es cierta, la prosa vívida de sus relatos, lo  han resaltado como el maestro del cuento latinoamericano, y sí, no puedo negar que sus cuentos, enfocándome a la arquitectura y tono literario, son excelsos.

Ahora, en pleno siglo XXI, sus cuentos siguen siendo referencia para aquellas personas que deseamos incursionar en la literatura. Sin embargo, resulta triste (y a la vez comprensible) darme cuenta de que su cuento tan famoso, por el tono de horror corporal que presenta, resulta ser misógino.

La historia comienza contando sobre la luna de miel De Alicia y Jordán: “Su luna de miel fue un largo escalofrío” ¿Cómo habrá sido aquel momento tan esperado por los novios para que Quiroga lo catalogara como un largo escalofrío? Los escalofríos resultan de algo amargo, algo que nos atemoriza, un suceso que nos hace temer. Con ese comienzo, el autor nos deja entrever su educación y entorno social. Continúa: “Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia”. Con esa breve, pero contundente descripción de Alicia, es más que obvio el estereotipo esperado y marcado para las mujeres en aquella época. Claro que la protagonista tenía que ser tímida, de lo contario no habría soportado las groserías de su marido. Además, la pinta con el adjetivo “angelical” lo cual hace referencia a que la chica es inocente, benévola, bondadosa. Remata diciendo: “El carácter duro de su marido”  Porque no se podría esperar que él fuera de otro modo más que como dicta el sistema patriarcal.

En este cuento encontramos las figuras masculinas y femeninas totalmente pendientes del prototipo social, lo increíble, es que esas figuras se sigan arrastrando en la actualidad.

Una frase escalofriante: “Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer”. En este punto podríamos pensar que se trata de una proyección del creador, sin embargo, siempre se ha manejado una postura fuerte y rígida en los hombres, la cual, no les permite mostrarse cariñosos, ya que podría interpretarse como debilidad. Dicha postura ha sido inventada y ellos la han aceptado como verdad. Al analizar la situación, sabemos hoy que, un hombre que muestra sentimientos no asesina para nada su hombría.

Alicia, entonces, es una mujer que se resigna al carácter fuerte y hostil de su marido, prefirió echar un velo sobre sus sueños y adaptarse a la vida con aquel hombre.

Hasta aquí, lo que el cuento enseña es la abnegación de una chica jovial, la renuncia a sus anhelos y la aceptación de un marido que, aunque según el autor, la ama, no lo demuestra. ¡Vaya amor!

¿Quién podría adaptarse a una vida así? Las mujeres del siglo XIX y, el caso en particular, Alicia, la mujer protagonista del cuento de Quiroga.  Si tomamos como referencia de aprendizaje la literatura, no quiero imaginarme cuántas mujeres habrán aprendido de Alicia y adoptado su misma postura.

El desarrollo del cuento es, como ya lo mencioné, magistral. Quiroga se desenvuelve en una atmósfera propia del horror corporal, adelantado para su época, ya que por aquel entonces, todavía provocaban miedo los fantasmas y seres de ultratumba. En nuestra sociedad, lo que provoca terror es el horror corporal: gusanos saliendo y/o entrando por un ojo,  personas con la carne de la cara colgando, una persona con el estómago abierto y las tripas asomándose, piel suturada supurando y demás. Otro ejemplo de este tipo de terror en la literatura es Frankenstein de 1818, que se enfoca en el cuerpo como un lugar de miedo, pero de Frankestein hablaré en otra ocasión.

Dentro de aquella atmosfera tan extraña de amor, la mujer enferma, palidece, se debilita y finalmente, muere. Al examinar la cama de la difunta Alicia, con horror, Jordán y la sirvienta descubren en el almohadón una criatura hinchada de toda la sangre que absorbió de la cabeza de Alicia.

Solo se da cuenta de este bicho al indicarle a su sirvienta exponer el almohadón a la luz, como metáfora de dar a conocer o analizar la situación. Aquel ácaro que consume la vida de Alicia bien es símbolo de las ideas que ocupaban su cabeza al no saberse amada por su esposo. Aquello le consumió poco a poco la vida.

Las ideas sobre aquello que nos atormenta, resultan ser tan poderosas, que nos llegan a consumir con ahínco.

Muchas mujeres como Alicia, que han aceptado abnegadamente, su rol y estereotipo social así como el de su marido, suelen consumirse por ideas de este tipo. Ellos empeñados a que un hombre fuerte y varonil, no debe demostrar sus sentimientos porque no es “maricón” ni “mandilón”, es macho y por eso no llora ni acaricia ni abraza, más que de vez en cuando en situaciones excepcionales como el de nuestro personaje. Y ellas centradas en el “deber ser”. Reflejan a una mujer triste, débil, sin ganas de salir al exterior, tal como Alicia cuando enfermó.

Bien es sabido que las almohadas de plumas, chamarras y demás artículos deben lavarse con frecuencia para evitar la acumulación de estos bichitos que crecen con el consumo de la sangre humana; también es sabido que ante la luz de color violeta, se trata de un cuento que fomenta o celebra la sumisión y el machismo.


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