Del 2019 al 2020 hubo un incremento importante en cifras de
delitos sexuales en contra de los infantes mexicanos de más de casi mil casos,
pasando de 53 429 en el 2019 a 54 314 en 2020 y en 2021 se incrementó un 87%,
muy probablemente por la pandemia y el hecho de permanecer encerrados para
evitar el contagio. Sin embargo, no es válido culpar a la pandemia de la falta
de respeto que hay de parte de los señores para con los niños y niñas
mexicanas.
Si bien es cierto que no todos los delitos son violación y
abuso sexual en los hogares, ya que se contemplan los delitos de explotación
sexual, trata de personas, prostitución, pornografía, turismo sexual infantil y
demás, que son causados por la delincuencia organizada en la gran mayoría de
los casos; en los hogares es donde se suscitan la mayor parte de los abusos por
violación y abuso sexual.
Primero, cito la cosificación patriarcal que hay hacia las
mujeres y niñas, vistas únicamente con la finalidad de complacer sexualmente a
los hombres y como seguidilla, el poco respeto que hay hacia los niños y niñas
porque se considera que no entienden, que no saben, que no comprenden, cuando
hay situaciones que entienden mejor que un adulto.
Hablo del poco respeto que hay hacia los niños y niñas
citando por ejemplo los siguientes: En una tienda de ropa, entran los adultos
que saludan y son correspondidos, en seguida una niña que saluda y no le
responden, a más, sonríen. En un restaurante, dan como entrada gratuita una
pequeña tostada de pescado a los adultos, pero si hay un niño, a él no le dan
porque dan por hecho que no se lo comerá o no le gustará, el caso es que es
omitido. En una plática, habrá quien no permita la opinión de un pequeño por
considerarlo metiche o indiscreto. En un divorcio, a los pequeños no se les
explica la situación real porque creen que no podrán comprenderla.
Así entonces algunos adultos piensan que, por tratarse de
niños, pueden invadir sus cuerpos con tocamientos, besos, abrazos y situaciones
que no son nada cómodas para los pequeños.
Entiendo que hay muchos factores que hacen susceptible a un
menor para ser víctima de abuso sexual; sin embargo, el hecho de permitirles
tomar decisiones sobre su cuerpo, les ayudará a aprender a cuidarse y
reaccionar ante una situación de abuso.
El afecto forzado es algo que lamentablemente muchas madres
y padres siguen ejerciendo: obligan a sus hijos a dar besos o abrazos a tal
pariente, o a dejarse besar o abrazar por tal familiar, a pesar de que los
menores muestren rechazo, repugnancia o fastidio por esa persona. Incluso lo regañan si el niño hace algún
ademán de desprecio. ¡No seas grosero con tu tío! ¡Deja que tu abuelito te
abrace! ¡Dale beso a tu tía! O bien, ¡Abraza a tu abuelo!
Seamos claras, saludar a otra persona no conlleva necesariamente
besarla o abrazarla, eso es algo propio de nuestra cultura; un saludo basta con
un hola, buenas tardes, sin necesidad de contacto físico. Esto beneficiará en
nuestros hijos y en el poder que adquirirán sobre su cuerpo, aprenderán a
decidir a quién besar, abrazar y a quien no.
Culturalmente, somos personas cálidas, tendemos a la demostración
de cariño y aceptamos el beso como saludo; en nuestra sociedad, si una persona
rechazara dicha forma de saludo, sería tomada por grosera, sin educación, etc.
Sin embargo, ya deberíamos saber y aceptar el hecho de que haya quien guste de
saludar así y quien no y para nada está mal ni se trata de alguien poco
educado. Se trata solo de diversas maneras de saludar.
Ahora, un niño o niña también podría llegar a sentir
incomodidad si es obligado a darle beso o abrazo a un familiar y quizá en lugar
de regañarle, nuestra tarea sería investigar a qué obedece dicha incomodidad.
Si el menor es forzado, el mensaje que recibe es que
cualquier persona tiene derecho a invadir su espacio íntimo porque de lo
contrario está fallando, está siendo malcriado. Esto permitirá que un abusador
llegué a su propósito de una manera más sencilla, ejemplo: El abuelo que abusa
del nieto: “si no me dejas besarte, te voy a acusar con tu mamá y te va a
regañar” o “Ya ves que tus papás te han dicho que no seas grosero y me abraces”…
frases similares son usadas para abusar de los niños y niñas, aprovechándose
del afecto forzado.
Para disminuir las cifras de abuso y violación en contra de
los menores mexicanos, es momento de respetar las decisiones que competen a su
cuerpo, enseñarles a que no cualquiera puede llegar y besarlos o sentarlos en
las piernas o acariciarlos o hacerles cosquillas. Debemos permitir que ejerzan
libertad sobre su sentir y no forzarlos a mostrar afecto por quien no lo sienten.
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