Por: Mónica Maydez.
La historia de la religión se
remonta a la de la humanidad misma. El ser humano siempre ha sentido la
necesidad de pertenecer a grupos sociales, por ello ha creado sociedades
religiosas. Aunado a aquella necesidad, existe el hambre de poder que muchos poseen
y que sacian siendo líderes religiosos.
En la Edad Media, Dante ya
critica a la religión y se vuelve anti papista por el poder y avaricia que
reflejan; esto lo da a conocer en su obra literaria “la Comedia” donde además,
coloca a varios de ellos en el infierno; el Márques de Sade, con todo y su
crudeza textual, manifiesta su inconformidad hacia el gobierno católico. Así también
los pensadores Hume y Voltaire. Si nos adelantamos un poco en la historia,
encontramos al filólogo Nietzsche, quien con su tratado “el Anticristo” ha
logrado ser vetado de las iglesias hasta hoy. En dicho tratado, critica
severamente a la iglesia, a los creyentes llamándolos débiles y a los líderes
señalándolos como mezquinos, ambiciosos, embusteros, rencorosos, etcétera. “…estos discípulos no pusieron en práctica
las enseñanzas de su maestro, de considerar a todos los hombres iguales, con
los mismos derechos, pues todos son hijos de dios; al contrario, sembraron la
desigualdad y armaron toda una organización desde el más importante al menos
influyente… este dios y este hijo de dios: ambos son frutos del rencor de sus
propios seguidores”.
Para él, en la historia solo ha
habido un verdadero cristiano: “Jesús”. Todos sus seguidores, desde su muerte
hasta hoy, han distorsionado de manera tan grave el evangelio que ha ocasionado
represión, guerras y derramamiento de sangre. Sigue: “…la iglesia niega nuestros verdaderos instintos, lo mejor de nosotros,
nuestros deseos de superación por propia elección personal de acuerdo con nuestra
manera de ser, nuestro espíritu libre, nuestra alegría de vivir y gozar con el
cuerpo; en una palabra, todo lo que nos engrandece y nos vuelve superiores. Ella
(la iglesia) ama la debilidad, lo que enferma, lo que debilita, no quiere que
el hombre se supere, pues de este modo le resulta fácil dominarlo y puede
conservar su poder sobre él”.
Demóstenes, cuestionaba: “¿Por qué creemos lo que creemos?” del
mismo modo añadía: “Estamos dispuestos a
creer aquello que anhelamos” Por ello, y atendiendo a su razón, el ser
humano ha anhelado un paraíso para la vida eterna como premio a una vida de
fe y sacrificio y, a manera de venganza, un infierno para todos aquellos que no
comulgan con su ideología y preceptos.
Demasiados intelectuales han sido
catalogados como herejes por no comulgar con la iglesia; esto resulta sencillo
de comprender: mientras más literatura conforma tu pensamiento, menos crees las
mentiras de los líderes religiosos. Existe una amplia comprensión de cualquier
tema desde varias ópticas, dejamos a un lado las escuetas explicaciones “porque
así lo quiere Dios” o “porque así no lo quiere Dios” y nos adentramos a un vasto
mundo informativo; cosa que por supuesto, no agrada a las iglesias. Con la
formación del pensamiento hallamos la verdadera libertad.
Diógenes de Sínope decía: “El único medio de conservar el hombre su
libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella”. Sin embargo, el ser
humano se ha doblegado ante la doctrina religiosa y ha abandonado con ello su
verdadera libertad; se ha sometido a las verdades y exégesis de aquellos que se
creen con la capacidad de interpretar el evangelio y toda interpretación conlleva
la historia y el dogma de aquel que la realiza. Y así se han deformado las enseñanzas de
Jesús, en general toda la literatura bíblica. Así podemos entender la
existencia de la ramificación del protestantismo y catolicismo, que aun poseyendo
las mismas raíces abrahamicas, cuenta
con disensiones entre ellas.
La religión es master en inyectar
miedo a sus seguidores: “si haces tal o
cual cosa, Dios te va a castigar” “esas cosas no le agradan a Dios” “Dios no
ama a gente como Fulanito” “si no aceptas a Jesús te vas a quemar en el
infierno” consignas parecidas hacen que hombres y mujeres abandonen sus
sueños por “hacer la voluntad de Dios”
¿Será entonces que Dios quiere un pueblo lleno de personas frustradas e
infelices?
La escritora Anne Rice dijo “Creo en Cristo pero no en los cristianos” y
muchas personas hemos comulgado con dicha frase, sobre todo por el hecho de
comprender que la iglesia nos aleja de Dios y el tener una comunión con ese ser
supremo no requiere de religiones ilógicas. Una cosa es creer en Dios, en la
existencia de un Ser Creador de todas las cosas y otra, muy distinta, es creer
y apoyar las religiones.
¿Por qué crees lo que crees? ¿Has
cuestionado tu ideología religiosa? Hay personas que son católicas por herencia
no por convicción; otras son protestantes por remordimiento; porque buscan
redimir lo mal que piensan que hayan hecho en la vida, más no por convencimiento
y hay otros, que se escudan en la religión para ensañarse con el prójimo, para
sacarle dinero a los creyentes, etc.
Las religiones
están podridas, todas: la que no oprime a la mujer, veja el intelecto, desdeña
la naturaleza del cuerpo, impone ideologías, inserta miedos, crea culpas, saca
dinero y demás atrocidades. ¿Qué es un pecado? Russell, lo definiría como “lo que desagrada a los que dirigen la
religión”.
Lector, lectora, te invito a cuestionar
tu postura religiosa; para ello, excluye los estímulos externos y busca en ti
¿Por qué crees lo que crees?
¡excelente ensayo! según Ken Wilber la religión no es más que uno de los niveles más bajos de desarrollo de la conciencia y yo no podría estar más de acuerdo.
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