Dios ha muerto.

 


Por: Mónica Maydez


Crítica a la religión.

“Así me habló el demonio una vez: “También dios tiene su infierno: es su amor a los hombres”. Y hace poco le oí decir esta frase: “dios ha muerto; a causa de su compasión por los hombres, dios ha muerto” –Zaratustra.

El predicador de la libertad, producto del filólogo misógino y anticristiano, Zaratustra, menciona que el demonio le dijo que dios había muerto. Frase que ha provocado entre los creyentes practicantes, un rechazo total a la obra de Nietzsche. Quizá porque no han leído la obra completa del autor y solo toman la frase conveniente para atacarlo y renegar de su obra.

Al mencionar la frase sobre la muerte de dios, también específica porqué murió, y esto es por la compasión que sentía hacia los hombres. La compasión, ese sentimiento de tristeza y lástima al ver sufrir o padecer a alguien. Porque, según el mismo predicador, el verdadero pecado original es que el hombre se ha alegrado muy poco desde su existencia.

Dios siente lástima por la humanidad, porque no hemos sabido alegrarnos con todo lo que tenemos a nuestro alcance, preferimos la superflua vida. Y esto, le causó la muerte. Nosotros, los seres humanos, somos entonces los asesinos de dios.

Quizá dios murió desde que intentaron meterlo en una edificación y quisieron conceptualizarlo. Su decepción fue atroz y por eso le causaron la muerte. Quizá cuando el hombre lo instituyó con nombre de Santa Iglesia y lo dibujó como un dios iracundo y ambicioso del diez por ciento de nuestros ingresos. O quizá fue cuando los religiosos sometieron a las mujeres y silenciaron sus aportaciones. También pudo haber sido cuando los predicadores dijeron que muchas personas irían al infierno por tener formas distintas de amar o de pensar o de creer.

¿En qué momento habrá muerto? Cuando el predicador impuso su interpretación o cuando el creyente cayó en sus garras con total sumisión.

Dios y religión son cosas tan opuestas, tan diferentes que la segunda le causó la muerte al primero. La confusión surgió en el momento en que el hombre vio la oportunidad de obtener poder a través de ella. Sentirse admirado y superior fue lo que lo llevó a crear religiones. Saber que podía sostenerse con la fe de los crédulos creyentes, lo incitó a interpretar a su manera e imponer solo su voluntad.

Dios, absorto por lo que pasaba con su creación: hombres despiadados e insolentes desafiándolo, creyendo saber más que él. El demonio espiándolo, sonriendo por darse cuenta que el amor que dios tenía a los hombres, se convirtió en su propio infierno. Entonces murió.

Murió por la inmensa lástima que le dimos; murió porque nunca dijo que le construyeran iglesias de cristal o de caoba. Tampoco dijo que la mujer debía ser sometida y abnegada; por algo nos dio espíritu de fortaleza y desafío. El pueblo religioso no quiere a quien se muestra libre. Odia a quien cuestiona. Expulsa al que obtiene conocimiento.

Debe ser tan doloroso mirar cómo el hombre esclaviza espiritualmente al mismo hombre; observar cómo uno, el que se cree entendido en el libro religioso, somete al que cree ignorante,  debe ser lo mismo que un puñal traspasando el corazón. ¿Habrá, Dios, instituido el sometimiento entre iguales?

Grandes pensadores, mujeres y hombres, han considerado a la religión como el peor de los daños para la sociedad. Y lo es. Es también un gran retroceso para la ciencia y la filosofía; ni qué decir para las artes.

La religión existe para el hombre débil que cree que necesita un hombre que lo guie y lo enseñe, como si no poseyéramos la capacidad de aprender de manera autónoma. Como si no fuésemos capaces de leer y comprender. Existe para el que no se esfuerza y piensa que por ir a una iglesia Dios lo va a favorecer. Existe para el que no cree poder sobresalir solo; para quien se asusta con la libertad.

Resulta una hipocresía, para el religioso, asustarse por la frase “Dios ha muerto” cuando ellos mismos lo mataron.

Cuando la venda que no permite diferenciar a Dios de las congregaciones se cae, nos damos cuenta que no tienen punto de conexión, que Dios existe sin la necesidad de iglesias, templos, religiones, etc. Dios solo es. El ser humano solo es. La vida es un festín puesto a nuestra disposición sin ataduras de parte de otro hombre que se diga enviado de dios. Sabríamos entonces que los líderes religiosos solo buscan poder. Que mueven masas con engaño, con frialdad y mezquindad.   Que han vuelto la fe en un negocio tan redituable que no tiene necesidad de buscar empleo social; de ahí mantienen a su esposa, hijas, hijos, nueras, yernos, nietos, etc. Son los muy favorecidos por trabajar para dios. Incluso buscan inmiscuirse en la política para tener mayor control social y claro, poder. Solo ha sido cuestión de observar y experimentar para llegar a esta conclusión.

Si crees en D-os, es tu creencia y debe ser respetada, vivirla desde tu interior, sin imposición; el error es poner toda tu confianza en el hombre que se dice sacerdote, pastor, apóstol, etc. la religión siempre será el opio de la sociedad.

 


Comentarios

Publicar un comentario