La legislación punitiva mexicana y su marcada discriminación
hacia las mujeres.
Por: Mónica Maydez.
Nuestra legislación, aparte de
todas las lagunas contenidas en la parte sustantiva, contiene una marcada
discriminación hacia las mujeres, reconociendo que posee una óptica binaria y
heteronormartiva, también deja de lado a personas contenidas en grupos susceptibles;
visto de esta forma, nuestra legislación, hablando particularmente de materia
penal, carece de una óptima perspectiva de género.
Las leyes se establecen con base
a las problemáticas sociales; dada la herencia cultural que poseemos, las
nuestras nacen del inconveniente de un hombre blanco, clase media alta, trabajo
formal, con acceso a sus derechos fundamentales, etc.
Nuestra ley penal, debería estar
ampliamente preparada para proteger al mosaico social que existe en nuestro
país; resulta estremecedor enterarnos que la misma ley está hecha con ápices
indiscretos de discriminación.
El patriarcado impregna nuestro
sistema legislativo y resalta la figura masculina como protector de la mujer, a
nosotras nos dibuja como aquellos seres indefensos y desprovistos de criterio y
poder propios que necesitamos la tutela de ellos. Como hijas, madres, esposas,
empleadas, estudiantes, etc. Esta postura, vulnera de manera grave nuestros
derechos fundamentales.
Nuestro derecho es sexista. Quizá
no sea una novedad, sin embargo, es importante comprender su postura para
entender por qué se sigue excusando a feminicidas, violadores, abusadores,
tratantes, responsabilidades paternas, acosadores, etc.
Jamás ha sido mi postura dibujar
una utopía social donde no existen mujeres violentas, por supuesto que las
hay, claro que hay algunas que violentan a sus esposos, a otras mujeres,
a sus hijos, etc; estadísticamente, según el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía que, resalta los tres delitos por los que las mujeres llegan a ser
imputadas: robo, narcotráfico y lesiones. Los hombres, son imputados comúnmente
por: violaciones, tráfico de armas, delitos sexuales (en todas sus categorías),
secuestro, homicidio y feminicidio.
Nuestro derecho juzga de manera
imparcial a hombres y mujeres, dado que no comprende la diferencia entre uno y
otro. Así es que le da ventaja a los masculinos. Por ello le reclamamos que no posee
perspectiva de género. Y en ese sentido, el querer obtener justicia en esta
sociedad meritocrática, resulta un desafío.
Repasando de manera general la
historia del derecho: ha sido construido y ejercido por hombres, quienes,
además, se dan a la tarea de la hermenéutica jurídica. Los juristas
sobresalientes son hombres, rara vez alguna revista enfocada a la materia,
resaltará a una jurista femenina, o bien en los libros de la vasta literatura
doctrinal, también se resalta a los masculinos. Las jurisprudencias son
realizadas, en un máximo porcentaje por ellos. Y, en la Suprema Corte de
Justicia se habla de una igualdad de género, sin embargo, los que siguen
tomando decisiones, son ellos.
De aquel oscuro túnel que nos invisibiliza,
surge el feminismo punitivo. Un rayo de sol para todas las mujeres en materia
legislativa. Este innovador concepto cuestiona la ley penal en el amplio sentido
de los hechos punitivos, así como los elementos del mismo[1].
Retomando la idea de que las
normas legislativas avanzan según época, lugar y circunstancias sociales,
nuestro derecho muestra un rezago impresionante y dañino para, en este caso,
las mujeres.
Entendamos nuestro sistema
punitivo como masculino, sexista y patriarcal. Partiendo de dicho núcleo,
siempre ha existido una violación a los derechos de las mujeres; por ejemplo,
hay médicos que antes de realizar un procedimiento anticonceptivo a una mujer, le preguntan si su marido está
de acuerdo. Tenemos que entender que solo nosotras nos pertenecemos, somos
nuestras propias dueñas y nadie, ni el marido, hijo, padre, líder religioso,
etc. puede decidir sobre nuestros cuerpos e ideas.
Existe una esperanza razonable y
sensata que nos dice que, mujeres feministas, están trabajando a fin de que
nuestra legislación se modifique y adopte reformas favorables para las mujeres,
o sea, con adecuada perspectiva de género. Dejando de lado sexismo, capitalismo, meritocracia, roles y
estereotipos.
La lucha feminista se empeña en ofrecer una visualización de la
mujer como ser humano independiente y capaz de decidir para sí lo mejor, lo que
ella considere, lo que ella quiera. Solo entonces podremos hablar de derechos
fundamentales efectivos para nosotras.
Gracias por ilustrarnos en esta materia. En efecto hay una discriminación constante en todos los sentido, el legal no es la excepción. Todo el tiempo se recrimina a la mujer en algún sentido.
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