Por: Mónica Maydez.
A propósito de este próximo día
de las madres, considero que es un buen momento para adentrarnos en el tema de
la, tan romantizada, maternidad.
El sistema patriarcal nos ubica
en el espacio privado, es decir, en el hogar. La mujer está hecha para casarse,
tener hijos y cuidar de ellos (del marido y los hijos); cuidar en el amplio sentido
de la palabra: cuando se enferman, en las actividades escolares, en la
alimentación, la ropa limpia y planchada, los niños bañados y, recientemente,
también en el ámbito escolar por aquello de las clases en línea. Todo lo que
concierne al cuidado personal que alguien debe poseer para vivir una vida
plena, se deposita en manos de la esposa y madre. Aunado a todo ello, la mujer
debe atender las tareas domésticas en su totalidad, con el fin de contribuir al
sano y óptimo desarrollo de la familia.
Dentro de este sistema, somos
aquella parte del rompecabezas que sirve para procrear hijos y hacer crecer
hermosas familias…
Hay un mal chiste que reza “Antes
de ser la mamá de Juanito yo era alguien, pero no recuerdo quién”. La
mujer, dentro de este sistema, al convertirse en madre pierde individualidad. Ya
no posee proyectos personales porque, ahora en todos, están involucrados sus
hijos y su marido.
Y sin embargo, en contexto social
y familiar sigue empujando a las mujeres a convertirse en madres, siguen
mitificando la acción de parir, nos conciben solo como paridoras. Además,
romantizan tanto el hecho que, encontramos en medios publicitarios, fotos
maravillosas con mujeres embarazadas con cuerpos perfectos. O bien, a las que
acaban de parir con hijos hermosos y ellas, sonrientes y en perfectas
condiciones. La realidad es otra.
Desde la concepción el cuerpo de
la mujer sufre estragos, no es mentira aquello de las náuseas y vómitos. La piel se estira, a algunas les aparecen estrías,
los senos duelen, las hormonas se alteran tanto que producen cambios de humor
súbitos. Aunado a esto, quizá de manera excepcional, se encuentran aquellas
mujeres que sufren preeclampsia[1],
otras que desarrollan diabetes gestacional, otras más que presentan problemas
de circulación, etc.
Hay embarazos complicados, de alto
riesgo, que ponen en riesgo la vida de la madre y del bebé. Ahora. ¿Aquella
mujer embarazada, se embarazó por convicción propia? O por aquella romántica idea
de: “Es el fruto de nuestro amor” y
es que tener un hijo, va más allá de toda romantización, pues se trata de un
ser que dependerá de nosotras para desarrollarse en todos los sentidos.
Ahora bien, el parto tampoco es
como en las películas donde todo se resuelve con toallas y agua caliente. El parto
es doloroso, angustiante, riesgoso, etc. tampoco se trata solo de pujar.
Cuando es cesárea, es entonces más complicado, la mujer es
sometida a una cirugía, que como todas, conlleva un riesgo. Y a esto, añadamos
la recuperación dolorosa.
Al tener un recién nacido, crece
nuestra incertidumbre porque nadie nos ha enseñado a criar a un ser humano. Resulta
que, el mismo sistema patriarcal, nos ha hecho creer que nosotras sabemos
hacerlo porque poseemos el “instinto
maternal” y de esta forma resulta fácil dejar el cuidado de la cría en
manos de las mujeres. Como si los hombres no tuvieran la capacidad de cuidar y
criar a un niño, o es que quizá, ha sido mutilado en la pericia del cuidado.
Las noches se hacen eternas y
amargas porque el recién nacido come cada ciertas horas, llora por hambre o por
frío, llora porque necesita cambio de pañal, etc. son noches agotadoras. Ni qué
decir de los días. Las madres pasan el tiempo al cuidado de la cría, revisan
que respire, que evacue correctamente, que no se enferme, nada le moleste, amamantar es algo que duele, los senos llenos de leche, a veces no encuentra descanso, en el momento en que el bebé succiona, también duele, algunos pezones se agrietan, etc. Bueno, finalmente para eso nacimos ¿No?
La verdad es que el feminismo nos
rescata, primero, con la acertada ideología de que seguimos siendo mujeres,
seguimos poseyendo individualidad, sueños y proyectos que son solo nuestros y
nos motiva a no abandonar nuestra vida porque es nuestra, porque no podemos
regalarla ni al marido, ni a los hijos.
Seguimos siendo mujeres,
individuos, profesionistas, etc. La diferencia es que ahora tenemos un hijo;
tenemos todo el derecho de desempeñarnos profesionalmente como antes, de salir
a una reunión, de ir de fiesta, de seguir degustando una copa de vino, etc.
Por otro lado, nos permite
comprender que el famoso “instinto
maternal” solo ha servido para juzgarnos, un poco más, sobre nuestra
actitud cuando no queremos parir. O cuando una mujer decide abandonar a sus
hijos, la primera comparación que hacen es con los animales “Mira a Fulanita, ni una perra haría eso con
sus cachorros”, que por cierto, jamás he escuchado algo similar referente a
todos los hombres que no ejercen su paternidad. Ellos siempre tienen
justificación “Es que es hombre” como
si eso diera libertad para abandonar a mujeres embarazadas y después,
juzgarlas, encima de todo eso, opinar sobre el aborto.
Las mujeres no poseemos un
instinto que nos hace querer ser madres y cuidar a la perfección a un pequeño
ser humano. Eso es algo que nos han inculcado desde chiquitas con las
muñequitas que fungen como “bebés”
dónde comienza nuestra preparación para el ámbito privado; con todas aquellas
cosas hechas específicamente para eso: la cocinita, el trapeador, el bebé, la
muñequita, los accesorios de belleza, la planchita, los trastecitos, etc.
El feminismo nos da la opción de
decidir, con plena conciencia, si queremos ser madres. No por complacer al
marido, no por formar una familia, no por ser mujer, etc. Ser madre por
elección, por deseo, por ganas. Si comenzamos a hacerlo de esta forma, podremos
entonces, hablar de infancias felices.
Madres Por Elección.
Maternidades Deseadas.
Infancias Felices.
[1] Complicación del embarazo potencialmente severa caracterizada por una presión arterial elevada. La preeclampsia suele comenzar después de las veinte semanas de embarazo en una mujer con presión arterial normal. Puede ocasionar complicaciones serias, incluso mortales, para la madre y el bebé.
Sigue informando y haciendo conciencia en las mujeres sobre todo esto. Excelente artículo.
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