Mónica Maydez.
Quisiera concluir este tema
haciendo énfasis en la violencia que vivimos a diario las mujeres en el
contexto social, urbano, laboral, etc. y que, como en los casos anteriores, los
hemos normalizado tanto que los minimizamos a simples comentarios negativos,
cuando en realidad se está ejerciendo un tipo de violencia contra nosotras.
La violencia que comentaré en
este artículo, es parte de la cotidianeidad, es sutil y lleva como finalidad minimizarnos
por ser mujeres. Aún no están nombradas de forma individual, pero existen y es
necesario identificarlas para enfrentarlas y así poder terminar con ellas.
Salir a la calle, para las
mujeres, representa un reto. Una victoria si al final del día hemos regresado a
casa. Hay situaciones sociales que demeritan nuestra presencia, nuestro ser
mujer. Pondré el típico caso ambientado en un restaurante, donde el mesero le
ofrece la prueba de vino al varón para que éste lo autorice, dejando a un lado
la presencia y opinión de la mujer, si él aprueba, el vino se sirve a ambos; al
momento de entregar la cuenta, el mesero se la entrega nuevamente a él, omitiendo
el hecho que de la mujer también podría pagar y, claro, decidir sobre el vino.
Ahora bien, es común enfrentarse
a comentarios como: “La mujer que tiene muchos amantes, es una puta” “El hombre
que tiene muchas mujeres, es un Don Juan”; “La mujer a cierta edad no casadera,
se ha quedado a vestir santos” “el hombre se convierte en un soltero codiciado”;
decirle a un hombre “cásate para que tengas quien te lave, te haga la comida,
te atienda”, decirle a una mujer “ten limpia la casa y lista la comida para
cuando llegue tu marido”; el hecho de darle prioridad a las cosas del hombre,
por considerarlas más relevantes, minimiza las prioridades de la mujer. Una más
“El lugar de las mujeres, es la cocina”.
Todas esas frases merman nuestra
autoestima, nuestra seguridad y, en muchas ocasiones, el plan de vida de las
adolescentes.
Por otro lado, en las oficinas se
admira al jefe que grita y que exige, porque se considera que es experto y como
quiere que todo salga bien, está en el derecho de gritar y vivir enojado. Si se
trata de las mismas actitudes pero en una mujer, esta es tachada de histérica,
menopáusica, menstruante o bien, insatisfecha sexual. Además de loca, claro.
“No hay mujeres feas, solo las que
no saben arreglarse” y esto conlleva a las siguientes “maquíllate, arréglate,
ponte ropa femenina, sino, ningún hombre se va a fijar en ti”; “Modera tu carácter
porque mandona, ningún hombre se va a querer casar contigo”; “Tienes que ser
más sutil, más cariñosa, para que un buen hombre te quiera”; Etc. Estas frases
tienen como trasfondo el estereotipo femenino. Aquello que nos obligan a ser
para volvernos agradables a la vista de los hombres.
“El hombre llega hasta donde la
mujer quiere” es una frase que quita toda responsabilidad a los hombres en un
encuentro íntimo. Tal pareciera que él no posee el control suficiente sobre su
cuerpo y toda la responsabilidad nos pertenece a nosotras. Si el resultado es
un embarazo, le dirán a la mujer con la mano en la cintura: “para qué abres las
piernas” la culpan y la señalan. Aunado a eso, si la mujer decide abortar,
también la señalan y la culpan porque le dirán “¿Qué culpa tiene el bebé? Y si
decide tenerlo, vivirá con el estigma de que la llamen “madre soltera” ¿En qué
momento lo van a señalar a él? ¿En qué momento lo van a culpar a él por no usar
anticonceptivos? Porque en una relación sexual consensuada, la responsabilidad es de
los dos. Dado que nuestra sociedad es machista, solo la culpa a ella.
Restringir actividades físicas o
intelectuales a las mujeres, es un acto más de sexismo, donde se cree que la
mujer no es apta ni posee las capacidades para desarrollar cierta actividad. Por
ejemplo, en el fútbol y que, aunque sí hay mujeres que lo practican, no son
valoradas como los hombres. Las carreras profesionales tales como ingenierías o
arquitectura, se consideran solo para ellos. Oficios como zapatero, técnico,
escritor, sastre, etc. también se considera que son masculinos y además la
sociedad duda cuando quien lo desempeña es una mujer.
Creer que los hombres tienen
derecho a beber alcohol con sus amigos todos los fines de semana y las mujeres
no, es otro acto sexista. Se cree que la mujer debe permanecer en casa,
cuidando a los hijos, si los hay o bien, esperando en casa limpia con comida
preparada al marido que, tan cansado y harto del trabajo tiene derecho de salir
de juerga, ¿y las mujeres no?
La labor de la crianza no debería
ser propia de las madres, como tampoco los quehaceres del hogar. Un hombre que
no sabe trapear, lavar ropa, cocinar, etc. se encasilla más como un inútil que
como un “hombre” en el sentido machista que la sociedad comprende. Cambiar
pañales y hacer papillas debería entenderse como una obligación compartida de
quienes decidieron tener al hijo.
Por último, una forma que tiene
de minimizarnos la sociedad, es llamarnos “señoritas” seamos de la edad que
seamos. Señorita es un diminutivo de señora. Lamentablemente se ha creído que
señorita es una mujer soltera y además sin vida sexual activa. Es decir sin un
hombre que le dé el valor de Señora, que la engrandezca. Nos disminuyen como algo pequeño. ¿Te has
preguntado por qué no les llaman a los hombres “señoritos”? algo que además de
sonar cómico, es ridículo, porque a ellos desde que son muy jóvenes se les
llama “señores” engrandeciendo su condición masculina.
Sé que muchas mujeres se ofenden
cuando les llaman “señoras” sin estar casadas o sin tener hijos; pero
comprendiendo el significado de la palabra, resulta relevante el cambio. No dejemos
que nos sigan minimizando, viéndonos como algo inferior y pequeño. Tomemos el
lugar de Señoras, con todo el sentido que la palabra infiere, sin necesidad de
poseer un hombre a lado.
Somos grandes por el hecho de ser
mujeres. No necesitamos un masculino que nos de renombre o visibilidad, hagámonos notar
por nosotras mismas. Por el solo hecho de ser grandes mujeres.
Es seguro que conozcas muchas más
frases sexistas, actos que nos violentan a diario, etc. espero que de estas que
puse como ejemplo, identifiques aquellas que te incomodan y logres entonces,
ponerles solución y terminar con ese ciclo de violencia invisible que nos daña
terriblemente.
Que difícil tarea reeducar a la sociedad y darle el lugar que merecen todas las mujeres, gracias por escribir y concientizarnos sobre este tema.
ResponderEliminarGracias, Melody, ayudarías a muchas mujeres compartiéndoles esta info.
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