Violencia pscológica 3/3 (Actos sociales cotidianos)


 

Mónica Maydez.


Quisiera concluir este tema haciendo énfasis en la violencia que vivimos a diario las mujeres en el contexto social, urbano, laboral, etc. y que, como en los casos anteriores, los hemos normalizado tanto que los minimizamos a simples comentarios negativos, cuando en realidad se está ejerciendo un tipo de violencia contra nosotras.

La violencia que comentaré en este artículo, es parte de la cotidianeidad, es sutil y lleva como finalidad minimizarnos por ser mujeres. Aún no están nombradas de forma individual, pero existen y es necesario identificarlas para enfrentarlas y así poder terminar con ellas.

Salir a la calle, para las mujeres, representa un reto. Una victoria si al final del día hemos regresado a casa. Hay situaciones sociales que demeritan nuestra presencia, nuestro ser mujer. Pondré el típico caso ambientado en un restaurante, donde el mesero le ofrece la prueba de vino al varón para que éste lo autorice, dejando a un lado la presencia y opinión de la mujer, si él aprueba, el vino se sirve a ambos; al momento de entregar la cuenta, el mesero se la entrega nuevamente a él, omitiendo el hecho que de la mujer también podría pagar y, claro, decidir sobre el vino.

Ahora bien, es común enfrentarse a comentarios como: “La mujer que tiene muchos amantes, es una puta” “El hombre que tiene muchas mujeres, es un Don Juan”; “La mujer a cierta edad no casadera, se ha quedado a vestir santos” “el hombre se convierte en un soltero codiciado”; decirle a un hombre “cásate para que tengas quien te lave, te haga la comida, te atienda”, decirle a una mujer “ten limpia la casa y lista la comida para cuando llegue tu marido”; el hecho de darle prioridad a las cosas del hombre, por considerarlas más relevantes, minimiza las prioridades de la mujer. Una más “El lugar de las mujeres, es la cocina”.

Todas esas frases merman nuestra autoestima, nuestra seguridad y, en muchas ocasiones, el plan de vida de las adolescentes.

Por otro lado, en las oficinas se admira al jefe que grita y que exige, porque se considera que es experto y como quiere que todo salga bien, está en el derecho de gritar y vivir enojado. Si se trata de las mismas actitudes pero en una mujer, esta es tachada de histérica, menopáusica, menstruante o bien, insatisfecha sexual. Además de loca, claro.

“No hay mujeres feas, solo las que no saben arreglarse” y esto conlleva a las siguientes “maquíllate, arréglate, ponte ropa femenina, sino, ningún hombre se va a fijar en ti”; “Modera tu carácter porque mandona, ningún hombre se va a querer casar contigo”; “Tienes que ser más sutil, más cariñosa, para que un buen hombre te quiera”; Etc. Estas frases tienen como trasfondo el estereotipo femenino. Aquello que nos obligan a ser para volvernos agradables a la vista de los hombres.

“El hombre llega hasta donde la mujer quiere” es una frase que quita toda responsabilidad a los hombres en un encuentro íntimo. Tal pareciera que él no posee el control suficiente sobre su cuerpo y toda la responsabilidad nos pertenece a nosotras. Si el resultado es un embarazo, le dirán a la mujer con la mano en la cintura: “para qué abres las piernas” la culpan y la señalan. Aunado a eso, si la mujer decide abortar, también la señalan y la culpan porque le dirán “¿Qué culpa tiene el bebé? Y si decide tenerlo, vivirá con el estigma de que la llamen “madre soltera” ¿En qué momento lo van a señalar a él? ¿En qué momento lo van a culpar a él por no usar anticonceptivos? Porque en una relación sexual consensuada, la responsabilidad es de los dos. Dado que nuestra sociedad es machista, solo la culpa a ella.

Restringir actividades físicas o intelectuales a las mujeres, es un acto más de sexismo, donde se cree que la mujer no es apta ni posee las capacidades para desarrollar cierta actividad. Por ejemplo, en el fútbol y que, aunque sí hay mujeres que lo practican, no son valoradas como los hombres. Las carreras profesionales tales como ingenierías o arquitectura, se consideran solo para ellos. Oficios como zapatero, técnico, escritor, sastre, etc. también se considera que son masculinos y además la sociedad duda cuando quien lo desempeña es una mujer.

Creer que los hombres tienen derecho a beber alcohol con sus amigos todos los fines de semana y las mujeres no, es otro acto sexista. Se cree que la mujer debe permanecer en casa, cuidando a los hijos, si los hay o bien, esperando en casa limpia con comida preparada al marido que, tan cansado y harto del trabajo tiene derecho de salir de juerga, ¿y las mujeres no?

La labor de la crianza no debería ser propia de las madres, como tampoco los quehaceres del hogar. Un hombre que no sabe trapear, lavar ropa, cocinar, etc. se encasilla más como un inútil que como un “hombre” en el sentido machista que la sociedad comprende. Cambiar pañales y hacer papillas debería entenderse como una obligación compartida de quienes decidieron tener al hijo.

Por último, una forma que tiene de minimizarnos la sociedad, es llamarnos “señoritas” seamos de la edad que seamos. Señorita es un diminutivo de señora. Lamentablemente se ha creído que señorita es una mujer soltera y además sin vida sexual activa. Es decir sin un hombre que le dé el valor de Señora, que la engrandezca.  Nos disminuyen como algo pequeño. ¿Te has preguntado por qué no les llaman a los hombres “señoritos”? algo que además de sonar cómico, es ridículo, porque a ellos desde que son muy jóvenes se les llama “señores” engrandeciendo su condición masculina.

Sé que muchas mujeres se ofenden cuando les llaman “señoras” sin estar casadas o sin tener hijos; pero comprendiendo el significado de la palabra, resulta relevante el cambio. No dejemos que nos sigan minimizando, viéndonos como algo inferior y pequeño. Tomemos el lugar de Señoras, con todo el sentido que la palabra infiere, sin necesidad de poseer un hombre a lado.

Somos grandes por el hecho de ser mujeres. No necesitamos un masculino que nos de renombre o visibilidad, hagámonos notar por nosotras mismas. Por el solo hecho de ser grandes mujeres.

Es seguro que conozcas muchas más frases sexistas, actos que nos violentan a diario, etc. espero que de estas que puse como ejemplo, identifiques aquellas que te incomodan y logres entonces, ponerles solución y terminar con ese ciclo de violencia invisible que nos daña terriblemente.

 

Comentarios

  1. Que difícil tarea reeducar a la sociedad y darle el lugar que merecen todas las mujeres, gracias por escribir y concientizarnos sobre este tema.

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    1. Gracias, Melody, ayudarías a muchas mujeres compartiéndoles esta info.

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