Mónica Maydez.
Esta violencia inicia desde que
se nos concibe como paridoras y como las mujeres de algún hombre.
En este sistema machista es común
encontrarnos con que las mujeres somos propiedad de los hombres. Había una
época en la que las mujeres, al contraer matrimonio, perdían el apellido
materno y adoptaban el paterno del marido; de esta forma era “Fulanita Tal de
Fulanito”. Esto daba la premisa de que esa mujer era “de alguien” era una
propiedad, tenía dueño.
Aunado a la propiedad que se
asume de la mujer, se hace una anulación de la madre, se elimina el apellido
materno ¿Por qué no el paterno? Costumbre de la Edad Media donde la mujer
pasaba de la casa del padre a la del cónyuge como una cosa, entonces ahora es
el marido quien tiene control y poder sobre ella.
Al verla como una cosa, la mujer
ha sido cosificada sexualmente, como el objeto que está listo para satisfacer
las necesidades sexuales de su marido. Las religiones dicen que la mujer debe
estar dispuesta a cuando el marido le solicite relaciones sexuales porque
también eso entra en su deber como esposa.
El cuerpo de la mujer ha sido visto
con la función de satisfacción y con la de parir hijos a su esposo.
Todo esto provoca la violencia
sexual de la que es sujeta en el matrimonio, porque claro que hay violencia
sexual, el marido no puede ni debe creerse con el poder de disponer del cuerpo
de la mujer. Dentro del matrimonio puede perpetrarse el delito de violación,
abuso sexual, acoso, incluso se han dado situaciones donde el marido vende a la
mujer por dinero o bebidas alcohólicas. Otras más donde la obliga a participar
en actos sexuales grupales, intercambio de parejas, tener relaciones con una
persona más, etc. Todo eso, si la mujer no está de acuerdo, es violencia y es
denunciable.
Esta ideología no solo se consume en el matrimonio, resulta
que, muchos hombres se creen con la autorización de agredir sexualmente a las
mujeres que ellos quieran. Porque siempre han considerado que la mujer, cual sea,
está para satisfacer sus necesidades y deseos sexuales.
Así, muchas niñas son víctimas de abuso sexual, violaciones,
trata de personas, prostitución, etc. En nuestro país se han registrado
violaciones a nenas de tres meses. ¿Lo comete un monstruo? ¡Claro que no! Lo
hace un tipo que se cree dueño del aquel pequeño cuerpo.
El abuso sexual, según nuestro código penal, es aquel en el
que se realicen actos sexuales en una persona o se le obligue a realizarlos,
sin el propósito de llegar a la cópula. Ahora, el abuso sexual también implica
que se obligue a la víctima a mirar actos sexuales, posar desnudo, exhibir su
cuerpo, etc. Incluso, hablar de actos sexuales en la presencia de una niña o
niño, también es parte de este delito. Obligarlos a leer un texto erótico sin
tener la capacidad de comprender el hecho; leérselos, constituye un abuso
sexual.
Resalto que México es el número uno, de Latinoamérica, en
casos de abuso sexual infantil. La mejor forma de combatirlos es la educación e
información a nuestras niñas y niños.
Por otra parte, la violación sexual comprende la penetración
y esta puede ser vaginal, anal o bucal. Se entiende por penetración con el
miembro viril o bien, con cualquier objeto o instrumento distinto a este. Este delito se perpetra aún sin hacer uso de
violencia física, ya que podría tratarse de una persona incapaz de comprender
el hecho, usando violencia psicológica o convencimiento para que la víctima
acepte.
En nuestro país,
estos delitos se han vuelto comunes, pero no por ello, debemos renunciar a la justicia. La víctima
puede acudir a denunciar. El problema es que nuestras autoridades a veces cuestionan
más a la víctima y la señalan más que al violador.
Las mujeres vivimos con todo el derecho de vestir cómo se nos
dé la gana, de salir de fiesta, de transitar por dónde mejor nos parezca, de
bailar, de tomar alcohol, etc. Y no por eso los hombres pueden adjudicarse ese
derecho mal parido de tocarnos. En teoría son seres racionales ¿no? ¿No son
capaces de reprimir o dominar sus instintos sexuales? La culpa JAMÁS la tiene
la mujer o la niña agredida, cualquiera que sea el contexto.
Un hombre podría ver pasar a una mujer desnuda y no por ello
tiene el derecho de violarla. Ni siquiera tocarla. NADA justifica una agresión
sexual hacia las mujeres y niñas.
Hombres: Dejen los pretextos a un lado, nosotras no
provocamos, no andamos por ahí porque seguro queremos ser violadas, no nos
excita verlos masturbarse en la vía pública, nuestros cuerpos no están hechos
para satisfacerlos. No somos de su propiedad. Nuestro cuerpo no está hecho para
darles hijos. ¡NO ES NO!
Un artículo muy importante. Declaraciones reales que necesitan conocerse. Gracias por el aporte.
ResponderEliminarTristemente sigue siendo la realidad de muchas mujeres, aun existen pueblos donde nacer mujer es una desgracia, los padres las venden al mejor postor aún siendo niñas, vivimos en un mundo de hombres, y aun tengo la esperanza que caiga el patriarcado. Excelente artículo, gracias.
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