Mónica Maydez.
Amigas, hoy les quiero hablar de un tema delicado, importante y que nos ha afectado en todas las esferas de nuestra vida.
Desde que somos pequeños nos
enseñan a que hay conductas que son normales según nuestro género. Se nos dice
que los niños son toscos, que ellos juegan pesado y además se aguantan porque
son hombres y así es su naturaleza. Las niñas en cambio, son tranquilas y
sutiles al jugar, porque claro, son mujeres y así sucede desde el nacimiento.
Se encargan de introducirnos
estas ideas en todo momento. Por ello, mientras vamos creciendo, vamos
adoptando esos mismos roles. Eso permite que los niños, durante el recreo, se
apropien de todo el patio para jugar futbol y correr, gritar, dar balonazos,
aventarse, etc. la justificación es que son hombres y así juegan. Mientras tanto
las niñas, en una esquina, platican o bien, juegan algo que no les demande de
mucho espacio ni de gritos o actos hoscos.
Estas conductas van
evolucionando. Durante la pubertad y adolescencia, es donde se nos exige
adoptar el estereotipo adecuado según nuestro género. En este punto ya podemos
observar muchachitos pretendiendo y hostigando a las adolescentes; y a
muchachitas mostrándose tímidas y esperando a que el chico les pregunte
¿Quieres ser mi novia?
La evolución de la violencia continúa
y aquel bebé que dicen que nació siendo tosco por ser hombre, sigue siéndolo pero
ahora con sus parejas. Todo esto justificado en que “Así son los hombres” como si de un cavernícola se tratara que no
tiene posibilidad alguna de modificar su conducta.
Hablamos de estereotipos y roles
impuestos. Los hombres no nacen siendo toscos, ni las niñas, sutiles. Es algo
que se espera que así sea en el sistema patriarcal. Si llegamos a ver niños o
niñas con roles inversos, lo primero que pensamos es que el niño es amanerado y
seguramente será homosexual y que la niña es machorra y será lesbiana. Esto obedece
a que rompen con lo establecido y la sociedad mexicana no está apta para
comprenderlo.
Ahora, estas conductas se
reproducen en el noviazgo y, posteriormente, en el matrimonio. La violencia
física ahora destaca en las relaciones. Ejemplos de este tipo de violencia:
gestos agresivos, mordidas, chupetones, empujones, jalones, caricias agresivas,
pellizcos, patadas, cachetadas, etc. Todos aquellos actos que atenten contra la
integridad corporal se catalogan como violencia física.
Los actos violentos físicos se
han normalizado bajo esa premisa. Nos hacen entender a nosotras que así son
ellos, su naturaleza es violenta. ¿Naturaleza? O mito patriarcal para
someternos y justificar la violencia que se ejerce en contra de nosotras. Entonces
nosotras tenemos la obligación de aceptarlos así.
La Ley General de
Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia señala como violencia
física:
“cualquier acto que inflige daño no
accidental, usando la fuerza física o algún tipo de arma u objeto que pueda
provocar o no lesiones ya sean internas, externas, o ambas”.
Resulta de suma importancia dejar
de normalizar estas violencias y entender que el hombre es violento porque
quiere ser violento. Nada tiene que ver con su naturaleza. Desde que son
pequeños se les permite ser violentos con sus hermanas por lo ya mencionado, son
hombres, ni modo, así son. Así no son, así les han hecho creer que
son.
Sin embargo, es necesario romper
paradigmas y no tolerar más ningún tipo de violencia hacia nosotras. Este tipo
de violencia es denunciable como violencia feminicidia. ¿Exagerado? La
violencia va aumentando y, de comenzar con empujones o jalones, podría terminar
en un feminicidio.
Nuestro código penal lo tipifica
como violencia familiar en capitulo octavo; sin embargo, esta violencia va más
allá. Recuerdo mucho que en el caso de Abril Pérez, al denunciar que había sido
golpeada con un bate en la cabeza por su marido, el juez entonces, lo calificó
como violencia familiar; lo que debió ser tipificado como violencia feminicida:
un golpe, de esa intensidad, en la cabeza va directo a matar. El juez se
equivocó y el resultado fue que a Abril le arrebataron la vida poco tiempo
después.
La Ley citada tres párrafos
atrás, menciona que la víctima tiene derecho a ser protegida al momento de
denunciar algún tipo de violencia. Hagámoslo realidad. Denuncia a tu agresor.
¡Deja de normalizar la violencia!
Bajo ningún contexto ser violento es algo natural y mucho menos aguantar dicha
violencia.
Como siempre, excelente artículo Mtra. Mónica Maydez. Ojalá que este tipo de artículos llegaran tuvieran más seguidoras.
ResponderEliminarGracias, Ale. Me ayudarías mucho compartiéndolo, por favor.
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