Por: Mónica Maydez.
En los últimos meses, el debate
del aborto entre personas autodenominadas “pro-vida” y aquellas que nos
denominamos “feministas”, ha sido candente; y es que ser feminista es luchar por restablecer los derechos humanos de las mujeres. Lo cual resulta una paradoja al
entender que los derechos humanos competen a todos los humanos, es decir, a
hombres y mujeres. Dada la sociedad patriarcal en la que vivimos, tenemos que
subrayar los derechos de las mujeres como un recordatorio de que éstos existen.
Vivir la ideología feminista se
ha entendido, para el caso en particular, como ser asesina; como apoyar y
alentar un genocidio. Se ha difundido como si las mujeres feministas no tuviéramos
deseos de ser madres, o bien, como si no fuésemos competentes para el cuidado
de un infante.
La maternidad, en la
controversial ideología mencionada, es entendida como un deseo. Solo hablamos
de maternidades deseadas con el fin de construir seres humanos amados y
atendidos. Hablar de maternidades deseadas es mirar repercusiones favorables
futuras en los hijos que son planeados, amados y deseados.
Si me enfoco a las maternidades
no deseadas, se observan hijos adictos, delincuentes, asesinos, etc. y esto no
lo digo yo, lo dicen las estadísticas enfocadas a la criminología; anuncian que
nueve de cada diez asesinos seriales o delincuentes reincidentes fueron hijos
no deseados.
Les invito a leer la
biografía de asesinos seriales como Juana Barraza “la mata viejitas”, o bien la
de Richard Kuklinski “Iceman”. Los exhorto a buscar antecedentes familiares y
vivenciales, sobre todo en la infancia de estas personas. Esto porque es
importante contar con un fundamento amplío y veras antes de emitir una opinión,
sea ésta a favor o en contra.
México, país donde resalta el
pluralismo religioso, por ello no resulta válido que alguna corriente religiosa
sostenga su rechazo a la despenalización del aborto diciendo que es pecado. Las
religiones, entonces, deben aprender a que todo individuo, y en este caso las
mujeres, poseemos libertad de conciencia; es decir, cada mujer que aborta posee la libertad de hacerlo
y que será un proceso que vivirá solo dentro de ella. Dejando a un lado el
procedimiento médico, deberá enfrentarse a una vivencia que afectará su vida en
todos los sentidos y aunado a ello, se enfrentará a la criminalización por
parte de la sociedad por haber abortado.
Al Estado no le corresponde
decidir con base a si este hecho constituye o no un pecado de acuerdo con tal
religión, sino que debe hacerlo con
ética pública y recordar que despenalizar el aborto no significa realizar un
aborto y mucho menos hace referencia a que todas las mujeres correrán a
abortar.
El aborto en México es algo que
siempre se ha practicado, por la legislación, se ha hecho de manera clandestina,
lo que ha dado como resultado infecciones, desgarros, afectación en la matriz
hasta la muerte de la mujer. La realización de un aborto en
México se ha vuelto clasista. Solo las mujeres con el dinero necesario han
podido acceder a un procedimiento médico adecuado.
La penalización del aborto no
respeta a las mujeres, ya que las obliga a parir, es entonces una buena
oportunidad para recordar que las mujeres no solo debemos ser paridoras. Las
causas del aborto son muchas, si bien es cierto habrá mujeres que lo hagan porque no quieren tener hijos, las hay quienes lo hacen porque fueron víctimas
de una violación. Las adolescentes de doce, trece, catorce años, etc. no
quedaron embarazadas por que quisieron, ellas muy seguramente, fueron víctimas
de violación. ¿Por qué obligarlas a parir? Ya suficiente trauma tienen con ser
violadas como para todavía obligarlas a tener al producto y además señalarlas
porque no saben ser madres. ¿Madres? Ellas aún deberían estar jugando,
disfrutando el fin de su infancia para iniciar la pubertad o la adolescencia.
Sea cual sea la causa por la que
una mujer decida abortar, no debe ser juzgada, ya que está decidiendo
libremente sobre su reproducción. Cito, entonces, el artículo 4° de nuestra
Constitución Política, segundo párrafo que a la letra señala: “Toda persona tiene derecho a decidir de
manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus
hijos”. Este párrafo resulta
importante ya que constituye un Derecho Humano y una garantía
constitucional. Aunado a nuestra Carta
Magna, los tratados internacionales[1]
apelan por lo mismo.
“Los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos que ya
están reconocidos en leyes nacionales, documentos internacionales sobre
derechos humanos y en otros documentos aprobados por consenso. Estos derechos
se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos
a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los
nacimientos y a disponer de la información y de los medios para ello, así como
el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva.
También incluye el derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin
sufrir discriminación, coacciones o violencia, de conformidad con lo
establecido en los documentos de derechos humanos[2].”
Ahora, tratar de derrumbar la
legislación con argumentos religiosos denota un grave fundamentalismo el cual
es resultado del miedo. La creencia religiosa es algo que se experimenta de
manera individual. El respeto hacia otras creencias es importante en un país
plural como este. Es momento de dar posibilidades a un mundo diverso.
Los argumentos moralistas también
se desvanecen al reconocer que la moral es algo que se experimenta de la piel
para dentro, igual que la religión, son cosas individualísimas. No todos
podemos coincidir en las cosas que son buenas y las que son malas, ya que para
dar tal adjetivo cada uno considera su experiencia, educación, creencia,
ideología, etc.
Tampoco será válido decir que la
mujer está obligada a parir si su pareja así lo desea, ya que recordemos que
México es un país donde casi no se ejerce la paternidad responsable. Si una mujer
queda embarazada y no desea tener al hijo, no deberá ser obligada por su pareja
porque atenta contra su libertad reproductiva y sexual, ya que ella es quien
gesta. Lo mismo pasará si la mujer sí desea vivir la maternidad y él no. No podrá
obligarla a abortar.
Al Estado le corresponde
otorgarnos legalidad, seguridad y prestación de servicios de salud adecuados. La
educación sexual resulta un punto relevante para evitar embarazos no deseados, lamentablemente
se ha volcado a que dicha educación solo se otorga a niñas de nivel social
medio-alto. Algo que también puede denotarse un tanto clasista, cosa que no
debería pasar, es algo necesario para toda mujer.
Las causales del aborto son diversas,
lo que se busca con la despenalización es garantizar la vida y la salud de la
mujer. Respetar a quienes no desean ser madres y ayudar a las niñas y
adolescentes que fueron violadas a no ejercer una maternidad que no les
corresponde.
Si no estás a favor de la despenalización del aborto
por falta de información, no abortes, pero tampoco obligues a otra mujer a
parir. Recuerda “libertad de conciencia”.
Y si te denominas pro-vida, sal a las calles marginadas de México y ayuda a
un niño en situación de drogas, violencia, sin instrucción, adopta a un bebé,
etc. obligar a una mujer a ser madre solo denota hipocresía social, los
padecimientos y enfermedades de nuestra sociedad ya son muchos, hay mucho
trabajo por realizar con los ya nacidos como para pelear maternidades en
cuerpos que no nos pertenecen.
Mujeres libres, mujeres con
decisión sin imposición.
Solo hablemos de maternidades deseadas.
Un muy buen aporte Mony! Felicidades 🤩
ResponderEliminarGracias por leerlo, Man!!
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